Revisando el Tratado de Psiquiatría de Henri Ey y P. Bernard-Ch. Brisset encontré un capítulo sobre cura de sueño para saber de que se trataba, cuales eran las indicaciones y como se aplicaba. Espero en una entrada futura explicar la diferencia entre lo señalado en este artículo y lo que se realiza hoy en día.
Las curas de sueño
Actualmente, se
entiende por curas de sueño los métodos que permiten obtener un sueño discontinuo,
de profundidad variable, durante varios días.
1º. Tipos de curas. Es preciso
insistir sobre el polimorfismo de las curas de sueño. Entre la antigua
narcoterapia a lo Klaesi (Dauernarkose) y la cura de somnolencia ligera,
existen todos los grados intermedios. La flexibilidad del tratamiento permite un
ajuste bastante preciso a las necesidades del enfermo. Se pueden oponer, para fijar
ideas: la cura profunda del tipo Klaesi (duración del sueño 24 horas; duración de
la cura 4 o 5 días); la cura ligera del tipo ruso (duración del sueño: de 12 a
15 horas por término medio; duración de la cura: varias semanas, si es
necesario); la cura generalmente utilizada en Francia es la cura intermedia
(duración del sueño: de 15 a 20 horas; duración de la cura: un promedio de 15 días).
Esta cura se efectúa con la ayuda de hipnóticos
potencializados y en buenas condiciones de tranquilidad y aislamiento. Se
obtiene así un sueño discontinuo, de mediana tranquilidad y de larga duración.
Es necesario tener una instalación y un personal adecuados.
La cura se hace generalmente en habitación individual, aunque ciertos autores
han utilizado con provecho la habitación común, en la que unos 5 o 7 enfermos
empiezan y terminan su cura juntos. El estudio de H. Faure (1958) proporciona
una descripción viva y profunda de estas curas colectivas.
Los exámenes previos requieren esencialmente una exploración
cardiovascular, respiratoria y hepatorrenal. Deben descartarse los sujetos de
edad, antiguos flebiticos y antiguos ictéricos. Se será muy prudente con los asmáticos,
tuberculosos y los portadores de una infección crónica cualquiera. Cuando la
cura sea aplicada a sujetos frágiles, es una buena medida asociar, de entrada,
a título preventivo, los correctores útiles: antibióticos o anticoagulantes por
ejemplo.
Las drogas utilizadas son muy variadas. Los barbitúricos y
los neurolépticos constituyen la base de todas las curas. Unas veces se preferirán
los barbitúricos ligeros del tipo amobarbital (0,6 a 0,8 g cada 24 horas);
otras los barbitúricos "prolongados", de los que el Gardenal (0,5 a 1
g) y el Veronal (0,4 a 0,8 g) son los mejores. Los neurolépticos generalmente
se asocian a los barbitúricos, a dosis medias (100 a 150 mg de clorpromacina,
por ejemplo). Ciertos autores hacen preparar sellos de fórmulas diversas (E.
Berard), que les permiten disminuir las dosis sin que el enfermo se dé cuenta.
Los opiáceos pueden ser adicionados a las otras drogas hipnóticas en el caso de
que el enfermo este angustiado, lo cual ocurre con frecuencia. Pueden
adjuntarse otros hipnóticos. En toda cura de sueño es necesaria una preparación
psicosocial (Le Guillant, Monnerot), la cual no solamente deberá ser aceptada
por el enfermo, a quien se le darán las explicaciones pertinentes, sino que hay
que esforzarse en no comenzar la cura más que en un momento táctico favorable.
2º. Desarrollo de la cura tipo. En la
cura media e individual tomada por tipo, el sujeto, durante los 3 o 4 primeros días,
duerme abundantemente (de 16 a 20 horas), con despertares agradables y francos.
Es la fase de tranquilidad o de gratificación, en la cual el enfermo
experimenta el relajamiento apaciguador de sus luchas y defensas.
A esta fase (que puede bastar en algunos enfermos) sucede
otra de sueño más profundo. Es la fase de onirismo, más o menos accesible al
observador. A veces, esta fase termina con algunos días penosos, de pesadillas
y semiconfusión (Ey, Sivadon, Berard). Debe estarse preparado para confortar al
enfermo mediante la presencia y la palabra, sin pretender entrar en sus dramas oníricos.
Es necesario esforzarse en terminar la cura por una nueva
relajación, obtenida generalmente por una franca disminución de las dosis del
hipnótico, el use de opiáceos e intervenciones tranquilizantes.
3º. Variantes y asociaciones. Pueden
asociarse a la cura de sueño numerosos procedimientos terapéuticos. Así, en las
llamadas afecciones psicosomáticas, está particularmente indicado proseguir o
emprender durante la cura los tratamientos somáticos necesarios. El
electroshock puede ser asociado bajo reserva de un buen estado general y de un
control E.C.G.
La asociación de antidepresivos a la cura del sueño constituye
un medio muy útil de luchar contra la melancolía de forma ansiosa, en las
cuales el enfermo está a menudo agitado y sumido en el riesgo de suicidio.
4º. Accidentes y complicaciones. No
citaremos más que los accidentes serios que exigen el cese de la cura. Éstos
son, principalmente, los accidentes respiratorios: excepcionales en las curas
modernas, eran el escollo de las narcosis prolongadas del tipo Klaesi. Se
observan a veces accidentes hepatobiliares; las ictericias de las curas de
sueño, como las de clorpromacina, resultan de una compleha patogenia, en la que
el espasmo del esfínter de Oddi parece desempeñar un papel preponderantes– de aquí
la descripción sistémica de colagogos durante las curas-. A veces, se asiste a
brotes de infección (infecciones urinarias, cutáneas o subcutáneas, intestinales,
etc.). Las complicaciones cardiovasculares merecen particular atención (colapso
tensional, espasmos vasculares cerebrales). Sin embargo, son los trastornos de
la coagulabilidad (trombosis, flebitis, infartos) los que han sido destacados
como especialmente peligrosos, aunque relativamente raros. Estas complicaciones
justifican la vigilancia cotidiana del sistema cardiovascular y de la piel, así
como la eliminación de los sujetos con antecedentes vasculares. Si algunos de
estos sujetos, sospechosos de tales complicaciones, son propuestos para una
cura, es necesario exigir un examen cardiovascular cuidadoso y considerar la
utilización preventiva de los anticoagulantes.
5º. Indicaciones y resultados. La mayor
indicación está constituida por los estados de angustia. Se trate de la neurosis
de angustia clásica o de estados emocionales sobreagudos (tipo neurosis de guerra),
o también de los brotes de angustia en los neuróticos o en los psicosomáticos, la
cura de sueño constituye la terapéutica de elección.
La abstinencia en la
toxicomanía justifica a menudo el recurso a la técnica de Klaesi (narcosis profunda,
continua y breve).
Los otros síndromes psiquiátricos constituyen indicaciones más
raras: en la esquizofrenia, ciertos autores (Racamier) estiman que ella permite,
mejor que otros tratamientos, la liquidación de los episodios catatónicos. En las
depresiones melancólicas, constituyen a veces un auxiliar precioso. En ciertas psicosis delirantes agudas que reaccionan
favorablemente, la cura de sueño permite
sobre todo instituir una psicoterapia catártica.
La utilización de la cura de sueño en los síndromes psicosomáticos
ha justificado interesantes publicaciones: úlceras gastroduodenales, hipertensión
arterial, asma, dermatosis, algias psicosomáticas, etc.
6º. Interpretación psicofisiológica de la cura
de sueño. La cura de sueño realiza el prototipo mismo de una terapéutica
psicosomática, en la que es difícil disociar el factor psicoterápico y el factor
fisioterápico. Se ha insistido sobre el efecto catártico (reviviscencia de los traumatismos
psíquicos reprimidos, acción análoga a la
de las pesadillas y los sueños en el normal) y sobre el efecto cerebral (acción
diencefálica), ruptura del circuito nocivo entre los “stress” y las reacciones
que engendran, y ruptura de las conexiones corticosubcorticales (escuela de
Pavlov), o también sobre el efecto psicosocial (el sueño procura una seguridad
extraída de una especie de consigna o permiso de regresar). En efecto, es una
terapéutica caracterizada por la regresión a las capas profundas y arcaicas de
existencia, en las que los sueños, las relaciones infantiles y las satisfacciones
libidinales primitivas son vividas y pueden ser
objeto de una psicoterapia análoga a la del "narcoanálisis". La cura de
sueño es efectivamente a la vez una puesta en reposo de la actividad nerviosa superior y una “válvula
de seguridad'' para la tensión conflictiva inconsciente.
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